Hace poco mas de seis meses encontré en internet un trabajo de investigación que trata los saberes y el trabajo doméstico. El investigador se enfoca y pregunta acerca de la procedencia de las estrategias de transmisión de saberes en torno a los tejidos de crochet, así como la relación entre el silencio y el espacio en el que esta actividad se realiza.
Por lo que pude leer, la investigación fue elaborada siguiendo una metodología llamada etnografía bajo la perspectiva de género. Lo primero significa que el investigador se involucra con los participantes como observador, y la forma correcta de abordar el campo de investigación es no tener prejuicios con respecto a lo que se desea observar, y para ello ni siquiera debe llevar hipótesis preconcebidas, aunque estas no son descartadas en su totalidad. El segundo aspecto bajo el cual se llevó a cabo la investigación es la perspectiva de género la cual es una corriente que permite el análisis del rol de la mujer en la sociedad, considerando sus problemas y desigualdades, y persigue la transformación y cambio social.
Para la autora de la investigación el tema central es la producción de tejidos a crochet, cómo se transmite el conocimiento, pero en su discurso sobresale el silencio de las tejedoras y una idea que permanece en el tiempo de que esta practica solo es realizada por amas de casa, desocupadas y confinadas por obligación al espacio domestico.
He leído algunas investigaciones con perspectiva de genero, muchas de ellas vinculadas a la violencia domestica, a la desigualdad laboral, al cuidado y distribución de las tareas del hogar. En algunos casos me ha preocupado como mujer que la perspectiva de los autores supera la propia femineidad, a veces pienso que algunos son machistas encubiertos. En algunos de estos casos me he sentido agredida en mi labor de ama de casa y madre, como si ejercer esta función fuera ofensiva para la sociedad.
Soy profesional egresada de una universidad con estudios de postgrado, por convicción decidí asumir el rol del hogar como mi principal función, sin descuidar mi formación espiritual, mi crecimiento personal, y mi interés por enriquecer mi conocimiento. Desde niña aprendí a amar las agujas y el hilo. He experimentado con el tricot, la costura, el bordado, y mi pasión: el crochet.
Esperaba que la lectura del trabajo enalteciera el crochet. Lejos de ello pienso que lo debilita frente a las generaciones que sin haber tenido nunca contacto con esta artesanía, pueden deducir que es un trabajo o labor que las oprime y las lleva a una especie de confinamiento que aun estoy tratando de digerir. No se reconoce que miles de mujeres y hombres en el mundo lo han elegido como profesión, que se manifiesta por la vía del comercio, el arte, el diseño e incluso la educación.
Cada uno de los hogares que he visitado lucen estos trabajos con el mayor orgullo y satisfacción. Su elaboración conlleva muchas horas de esfuerzo y concentración, y se convierten en piezas únicas y hasta de colección. La transmisión de saberes se ha dado por diversas vías, muchas de ellas surgen del hogar, toman la aguja bajo el acompañamiento de abuelas, madres, tías, hermanas. Aunque no lo aprendí de esta forma se que en muchos hogares ocupan un lugar especial. Todos consideramos nuestro hogar como santuario, por ello es el lugar por excelencia para aprender de valores y conservar las tradiciones. Este proceso no se da en silencio absoluto, las manos de la experta muestran una y otra vez la técnica, y el aprendiz, intenta y trata de perfeccionar la puntada. Muchas son las veces que por no ser las apropiadas estas piezas son tejidas y destejidas.
Quiero señalar dos aspectos puntuales de la investigación, que seguramente desarrollaremos en el futuro. El primero se refiere al silencio de las tejedoras. Toda ganchillera, crochetera, tejedora o como desee llamarse, sabe que este trabajo requiere mucha concentración, es por ello que se considera una actividad cognitiva, que requiere secuencia, coordinación, conteos exactos de puntadas específicas. Seguramente esta actividad no permite que se pueda hablar mucho cuando se está ejecutando. Estudios científicos (texto divulgado por CNN en español) revelan que nuestro cerebro se beneficia al ejecutar la labor, ya que estimula neurotransmisores, por ello es una practica que ha vuelto a la contemporaneidad como una propuesta de relajamiento que conlleva estados de tranquilidad y placer alcanzados con la relajación.
En segundo lugar, es impreciso señalar que las tejedoras hemos aprendido obligadas por el entorno familiar, o que nos soportan para que permanezcamos tranquilas dentro de nuestros hogares, como una especie de tolerancia que nos conceden.
El crochet se convierte en parte de la identidad de la persona que lo practica, mas allá de los tapetes, cenefas, cortinas, mantas, ropa, amigurumis, entre muchas otras, se ha convertido en una manifestación cultural que alcanza niveles interesantes y curiosos, así como diversos en las distintas partes del mundo. Seguro nos queda mucho por ver, experimentar y crear en esta técnica de hilo y crochet.